
Uno de los avances más significativos que recientemente ha interesado a las empresas, está en la forma de vincularse con sus entornos y en cómo generar confianza frente a los diversos actores de la sociedad. En ese sentido, entender el relacionamiento comunitario corporativo resulta crucial para avanzar bajo ese lineamiento.
El trabajo colaborativo es la clave para que se de una relación virtuosa entre las empresas, el Estado y los actores sociales, y, de esta forma, ser más capaces de crear valor para la sociedad.
Uno de los principales desafíos del sector empresarial es velar por el fomento de liderazgos que asumen un compromiso permanente en la temática, generando dentro de sus organizaciones los espacios de diálogo y el trabajo con los actores sociales.
Desde el ámbito corporativo, el relacionamiento comunitario son todas las acciones que tienen la finalidad de que una empresa pueda estrechar su vínculo con sus comunidades. La dificultad puede ser aún mayor si la organización no ha logrado identificar con precisión, quiénes hacen parte de su comunidad. Por ello, sugerimos dos criterios a tener en cuenta para orientar la identificación. la priorización de las personas y también, de los grupos que conforman las comunidades.
El primer criterio es la afectación actual y potencial. Consiste en analizar en qué medida la acción de la empresa influye, negativa o positivamente, a determinadas personas o grupos de la comunidad. El mismo ejercicio debe hacerse en el sentido opuesto, es decir, analizar en qué medida la empresa se ve afectada negativa o positivamente por la influencia de algunos grupos o individuos. Por último, también se debe extender ambos análisis hacia el futuro, realizando la pregunta de cuánto afectaría en el otro, algún cambio en la relación o, las posibles acciones.
Complementariamente, el segundo criterio es la mirada estratégica que debería ser aplicada después de analizar la afectación actual y potencial. Esto radica en conocer la importancia relativa que se puede establecer internamente desde la visión del negocio para decidir qué tan relevante es que ciertos segmentos o grupos de la población, estén considerados dentro de las decisiones y con los cuales de ellos se pueden crear oportunidades con mirada estratégica.
A la vez, es necesario saber y entender que determinar los actores externos de una empresa, puede ser de una amplitud considerable porque no solo tiene que ver con las personas, sino que también, con las instituciones del sector público.
Consuelo Cisternas, analista de Innovación Social de Proyecta, comenta que no todas las empresas contemplan los mismos actores y comunidades porque «hay empresas que tienen relaciones directas y otras indirectas, entonces, tiene que ver con un actuar estratégico hacia sus comunidades circundantes o las que les llaman la atención enfocarse».
En tiempos actuales, acercarse a las comunidades resulta una iniciativa esencial para las empresas, más aún por el rol que ocupan en la sociedad. Así lo comenta Pablo Sepúlveda, director de Innovación Social de Proyecta, «el ocupar ese rol con propiedad también conlleva una responsabilidad por parte de la empresa, y en ese sentido, llevar ese rol con responsabilidad significa respetar reglas de no afectar negativamente ni al medio ambiente ni las comunidades».
Implementar iniciativas conectadas al relacionamiento comunitario permite tener un mejor análisis de las perspectivas de riesgos de una empresa, no solo a nivel de opinión pública, sino también, detractores, opositores, permisos, gobierno local y por supuesto, el potencial riesgo financiero de lo que significa no gestionar bien posibles problemáticas. Es saber dónde están los riesgos, entenderlos y gestionarlos.
El paso a paso
Para comenzar a tomar iniciativas y acciones respecto al relacionamiento comunitario corporativo, es necesario un diagnóstico para entender quiénes son las comunidades de una empresa, la relación entre sus distintos actores y si está generando impactos positivos o negativos. Por supuesto, también hay que realizar un mapa de actores institucionales, industria, e incluso, la competencia, gremios o agrupadores.
Luego, se comienza a definir prioridades, generar estrategias y ejecutar acciones concretas. Ya hacía delante, es importante medir cuáles son los impactos que producen esas acciones bajo los compromisos que se establecieron y a partir de ello, retroalimentar el proceso de relacionamiento comunitario y profesionalizarlo.
Pablo Sepúlveda dice que «hay que tener en cuenta que las relaciones y los vínculos con las comunidades pueden ser súper fluctuantes y van a estar continuamente en amenaza, por lo que siempre se tiene que tener simultáneamente una aproximación de largo y corto plazo para construir y reconstruir confianzas constantemente, basándose en la transparencia», finaliza.