
Las políticas empresariales de sostenibilidad son una tendencia imparable que, además de aportar beneficios medioambientales, están íntimamente ligadas a la inversión socialmente responsable.
Entre 2018 y 2020, las inversiones socialmente responsables, aquellas que tienen en cuenta los factores de riesgo ASG, aumentaron en un 34% a nivel global. El crecimiento de estas cifras concluye que el valor comercial de una empresa, sus activos y su capacidad de financiación, se ven reforzados cuando integran en su ADN políticas de sostenibilidad.
Las empresas que optan por definir e implementar una Estrategia de Sostenibilidad demuestran que hay un claro compromiso por minimizar el impacto ambiental y maximizar el impacto positivo en la sociedad. Con ello, las organizaciones logran un mayor control de sus riesgos, un mejor posicionamiento dentro de su sector, una ventaja competitiva con respecto a sus competidores y un acceso más fácil, con condiciones más ventajosas, a financiación externa.
Las estrategias de sostenibilidad obedecen a un mandato de conciencia medioambiental y responsabilidad ética, pero también, de rentabilidad económica, en donde los riesgos se convierten en oportunidades y ayudan a identificar el potencial de los factores ASG en las inversiones. Además, los pilares ambientales definen la contribución de un negocio a los actuales desafíos que plantea el cambio climático como lo son la generación y tratamiento de los residuos, la contaminación, las emisiones de gases de efecto invernadero, la eficiencia energética o el impulso de los ODS de ONU.
Así también, los criterios sociales reflejan cómo una empresa gestiona sus personas, cuáles son sus condiciones laborales, de seguridad y salud, si existe igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, brecha salarial o si fomentan políticas activas para la incorporación de minorías.
Luego se encuentra la gobernanza que examina cuál es el modelo de gestión o cultura organizativa, qué remuneración recibe el personal directivo, qué prácticas y estrategias fiscales se realizan, la importancia de la responsabilidad social corporativa, cómo se trabaja contra la corrupción y cuál es la diversidad en la estructura del consejo de administración.
Pero eso no es todo lo que se puede implementar dentro de una estrategia de sostenibilidad porque la transversalidad y la personalización son otros de sus elementos claves, siendo imprescindible que el proceso sea algo así como un traje a la medida para cada empresa, con las acciones adecuadas en el momento adecuado.
Una estrategia de sostenibilidad reconoce las necesidades de cada cliente, investiga sus factores de riesgo ASG y estudia a fondo a su competencia. Igualmente, contiene un documento con especificaciones de tipo técnico, una estimación de costes y un plan de implementación con los indicadores claves de rendimiento.
Cabe destacar que el grado de progreso dependerá del éxito del planteamiento que tiene que ser monitorizado y revisado continuamente.