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La sostenibilidad se consolida, pero necesita profundidad, estandarización y visión de largo plazo.

El próximo 30 de abril vence el plazo para que las empresas mexicanas publiquen sus informes anuales, según lo dispuesto por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). En este contexto, realizamos un análisis transversal de más de 35 empresas mexicanas de sectores como energía, minería, alimentos, telecomunicaciones, transporte y servicios financieros.

El estudio reveló un panorama mixto en materia de sostenibilidad climática: mientras algunas compañías reportan con cierto nivel de detalle su huella de carbono y están alineadas con estándares internacionales como GHG Protocol, GRI o SASB, persisten vacíos relevantes que limitan la comparabilidad y la gestión estratégica del impacto ambiental.

radiografía de la sostenibilidad

📌 Este análisis, elaborado a partir de fuentes públicas y documentos corporativos disponibles en la web de las propias compañías, evidencia tanto los avances como las barreras actuales para lograr una mayor transparencia climática en el entorno empresarial mexicano.

1. El alcance 3: la dimensión que aún cuesta mirar

La mayoría de las empresas reporta los Alcances 1 y 2 de emisiones (relacionados con sus operaciones directas y consumo de energía), pero solo una minoría incluye el Alcance 3, que abarca las emisiones indirectas a lo largo de la cadena de valor, transporte, uso de productos o bienes de capital, entre otros.

En sectores como transporte, energía y metalurgia, algunas empresas —como FedEx, CFE o Ternium— sí reportan esta información, mostrando incluso que las emisiones de alcance 3 superan sus operaciones directas. Sin embargo, en sectores como educación, pesca o alimentos, muchas compañías no solo omiten el alcance 3, sino que directamente no entregan datos de huella de carbono.

Si bien el primer paso lógico es gestionar las operaciones propias, nuestras actividades están inmersas en un ecosistema, y poder ver y medir el impacto de la cadena de valor no solo permite cumplir con compromisos globales, sino también identificar riesgos y oportunidades clave del negocio. Por ello, debería asumirse como una responsabilidad corporativa alineada con los intereses de los inversores.

2. Intensidad de emisiones: ¿va de la mano con la eficiencia?

El análisis de la intensidad de huella de carbono (ton CO₂/kWh) permite observar diferencias relevantes entre sectores. Empresas como Aeroméxico y Volaris muestran intensidades elevadas, propias de la naturaleza de su industria. En contraste, bancos como BBVA México o Santander exhiben intensidades bajas, acorde a su menor impacto operativo.

Sin embargo, es importante destacar —con cifras en mano— que la comparabilidad entre empresas del mismo sector sigue siendo difícil. Esto se debe a variables como el tamaño de la compañía, las fuentes de emisión consideradas, las exclusiones aplicadas o la metodología utilizada, lo cual puede hacer inviable una comparación directa que derive en conclusiones certeras.

💡 Por eso, la mejor comparación es con uno mismo: revisar la evolución de una empresa frente a sus propios datos históricos. Lo que sí resulta comparable entre empresas es la cantidad y calidad de la información reportada.

3. ¿Están auditados los datos? ¿Son confiables?

Algunas compañías indican que siguen estándares como GRI, SASB o cuentan con ISO 14001, pero en la mayoría de los casos no se menciona si su huella de carbono ha sido verificada por un tercero independiente. Esta omisión genera dudas sobre la consistencia de los datos reportados, especialmente en empresas que manejan grandes volúmenes de emisiones.

La tendencia global es avanzar hacia procesos de verificación externa para asegurar la fiabilidad de los datos, de forma similar a lo que ocurre en los reportes financieros. Cada vez más, reguladores e inversionistas exigen que los informes de sostenibilidad cuenten con estándares de probidad equivalentes.

4. Reportar sí, pero… ¿para qué?

Uno de los vacíos más significativos detectados es la ausencia de información sobre el uso estratégico de los datos de huella. No queda claro si las empresas que miden sus emisiones:

1️⃣ Vinculan estos datos con decisiones de inversión.

2️⃣ Tienen incentivos internos para reducir emisiones.

3️⃣ Seleccionan proveedores según su impacto climático.

Lo que no se mide no se gestiona, pero… ¿todo lo que medimos, lo gestionamos? Existe una gran oportunidad para avanzar en el uso de esta información como base de planes estratégicos de sostenibilidad a mediano y largo plazo.

Los últimos años han implicado un esfuerzo importante por parte de muchas empresas para recolectar datos y formular planes de acción en temas de sostenibilidad. Por eso, la invitación no es solo a mirar los datos, sino también a gestionarlos de manera proactiva.

6. Comparabilidad limitada: datos útiles, pero aún fragmentados

Como consultores, con frecuencia nos preguntan: «¿cómo estamos frente al sector?» Sin embargo, como hemos visto, responder a esta pregunta no siempre es posible. Entre las principales dificultades para la comparabilidad destacan:

1️⃣ Falta de claridad sobre el año del reporte de emisiones.

2️⃣ Ausencia de datos de ingresos o producción en algunas empresas, lo que impide calcular indicadores relativos.

3️⃣ Uso de múltiples metodologías sin notas explicativas, lo que limita incluso la comparación dentro del mismo sector.

👉 Una comparación sólida requiere datos normalizados y estandarizados, y eso sigue siendo un desafío bajo los marcos actuales.

Conclusiones: la sostenibilidad es como una foto que empieza a tomar forma, pero aún con bordes borrosos

El benchmark realizado muestra que algunas empresas en México han avanzado en materia de transparencia climática, pero aún existen brechas importantes en estandarización, profundidad y consistencia.

A nivel nacional se han dado pasos como la Guía de Reporte ASG (2023, de carácter voluntario) o la elaboración de una Taxonomía Sostenible, pero ciertos indicadores clave —como las emisiones de Alcance 3— siguen siendo sugeridos, no obligatorios, y la supervisión actual carece de mecanismos sancionatorios o de verificación formal.

🚀 Propuestas clave para avanzar

 

1️⃣ Medir todos los alcances de emisiones (1, 2 y 3). Incluir la cadena de valor no solo amplía la información disponible, sino que permite identificar riesgos y oportunidades con impacto directo en el negocio.

2️⃣ Verificar externamente los datos. Así como ocurre con los reportes financieros, la veracidad y trazabilidad de la información climática es clave para tomar decisiones y ganar confianza.

Incorporar esta información en la toma de decisiones estratégicas. Reguladores e inversionistas apuntan cada vez más a la sostenibilidad como un componente central de la resiliencia y permanencia del negocio a mediano y largo plazo.

👉 Conoce el Benchmark* completo haciendo clic aquí.

*Los datos corresponden a 2023, y son de conocimiento público.

Daniela Corvalán

Socia y gerente de Medioambiente de Proyecta Impacto, apasionada por el desarrollo sostenible, medioambiente y finanzas verdes.