Para cumplir el acuerdo de París 2030 hay que avanzar con la transición energética, en donde el hidrógeno verde jugará un papel clave al tratarse de una fuente de energía renovable con gran potencial y múltiples aplicaciones. En ese sentido, Chile es terreno fértil para su desarrollo en la zona austral y norte del país, y con ocho localidades en la zona central, donde se requiere una inversión de US $3.500 millones.
El hidrógeno verde se perfila como un elemento clave en la transición energética y se espera que su demanda y aplicaciones experimenten un crecimiento exponencial en las próximas dos décadas. Por ello, es comprensible el creciente interés que produce el hidrógeno verde entre gobiernos, empresas, inversores e industrias. De hecho, de acuerdo con un informe del Hydrogen Council, se espera que los proyectos destinados a desarrollar el hidrógeno verde como una fuente de energía limpia reciban una inversión total de 300.000 millones de dólares hasta 2030. Lo interesante es que Chile lidera los atributos en Latinoamérica para incrementar su industria. Veamos en este artículo qué es el hidrógeno verde, su rol clave en la descarbonización y cómo Chile tiene una posición de ventaja al respecto.
¿Qué es el hidrógeno verde?
Primeramente, cabe explicar que la producción del hidrógeno es a partir de la electrólisis del agua, es decir, con corriente, y cuando la electricidad necesaria para producirlo es a partir de fuentes de ERNC (energías renovables no convencionales), se le llama hidrógeno verde. Así, el hidrógeno verde se convierte en un combustible que funciona como una alternativa para reducir las emisiones y cuidar nuestro planeta, porque al ser producido a partir de energías renovables genera cero emisiones en sus operaciones, por lo que es perfecto para una transición energética sostenible a largo plazo. Desarrollando más el cómo se consigue, podemos explicar que es a través de la electrólisis (proceso que separa los elementos de un compuesto por medio de la electricidad) del agua impulsada por energía renovable. Este método utiliza la corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua, por lo que, si esa electricidad se obtiene de fuentes renovables no convencionales, se produce energía sin emitir dióxido de carbono a la atmósfera.
Se calcula que al 2050, el hidrógeno verde será la quinta parte de energía consumida en el planeta, lo que con el tiempo permitirá disminuir las emisiones anuales de CO2, limitando el aumento de temperatura del planeta.
Hidrógeno verde clave en la descarbonización
Si deseamos cumplir con los objetivos del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C, todavía queda mucho por hacer. A pesar de que ha pasado cierto tiempo desde la implementación del Acuerdo de París, el balance general no puede considerarse completamente positivo. Sin embargo, de acuerdo con IRENA, Agencia Internacional de las Energías Renovables, la descarbonización de la economía es la vía técnica a seguir para reducir las emisiones de CO2, ya que asume los modelos de negocios e intereses productivos y lucrativos como constantes.
En ese sentido, el hidrógeno verde se está posicionando como pieza clave del rompecabezas para descarbonizar sectores de la economía, ya que es una molécula de combustible libre de emisiones de carbono que puede abastecer la infraestructura energética existente, ser transportada en tuberías, e incluso, en barco, como se hace actualmente con el gas natural licuado (GNL). También, permite almacenar el excedente de renovables intermitentes en mayores capacidades durante mucho más tiempo que el que posibilitan las baterías, y puede abastecer a los automóviles en sólo cuatro o cinco minutos con energía para más de 700 kilómetros, convirtiéndose en una solución para el transporte de cero emisiones para largas distancias, segmentos pesados y operaciones de alta intensidad.
¿Lo increíble? América Latina cuenta con condiciones excepcionales para la producción de hidrógeno verde y Chile no es la excepción con una articulación nacional público/privada, además de los esfuerzos de desarrollo de energías limpias.
Chile lidera el camino
Las condiciones naturales de nuestro país, nos convierten en potencial líder del desarrollo del hidrógeno verde. Tanto así, que a inicios de julio, el gobierno oficializó una inversión de casi mil millones de dólares desde la Unión Europea para invertir en esta industria. En paralelo, el ministro de Energía, Diego Pardow, estuvo en el mayor evento sobre Hidrógeno Verde en el país, la Hyvolution 2023, en la que se refirió a las oportunidades que emergen en el mercado.
Hyvolution 2023 tuvo el objetivo de reunir en un solo lugar al ecosistema local con actores nacionales e internacionales para la promoción, mercadeo, relacionamiento y su fortalecimiento, en toda la cadena de valor del hidrógeno verde, incluyendo la producción, almacenamiento, distribución, usos, tecnologías, servicios técnicos y financieros, entre otros.
Dentro de los planes de Chile para descarbonizar su matriz energética, se espera que el Hidrógeno Verde (H2V) juegue un rol fundamental. Uno de los actores en este proceso ha sido la Asociación chilena del Hidrógeno (H2 Chile), que definió para este año una hoja de ruta para avanzar en el desarrollo del combustible limpio basada en cinco pilares: políticas públicas, concreción de proyectos, financiamiento, redes internacionales y capital humano, y difusión y divulgación. En ese aspecto, Marcos Kulka, director ejecutivo de la entidad, comentó en diversos medios de comunicación que esta hoja de ruta va en línea con la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde anunciada en 2020, y con la continuidad que le ha entregado el actual Gobierno con la creación del Comité Interministerial de Desarrollo de la industria del Hidrógeno Verde -coordinado por Corfo- para ejecutar un plan de acción entre 2023 y 2030.
Y es que, Chile es tierra fértil para la producción de hidrógeno verde, aunque su polo de desarrollo está en la zona austral y el norte grande, en el centro del país hay ocho localidades con potencial para producir este energético y consumirlo. La inversión que se requeriría para echar a andar este polo ascendería a US $3.500 millones y con ellas, veríamos el efecto dominó de la creación de 10 mil empleos por esos desarrollos. Hasta la fecha, ya hay 50 proyectos anunciados para Chile.
Sin embargo. Kulka explicó a DF que un problema que se ha detectado es la falta de compradores a nivel país. «Hoy, sin duda es un desafío tener esos compradores, ya que el H2V está aún en etapa de introducción tecnológica». Para abordar esta realidad, dice que «Chile debe fomentar que las iniciativas fluyan de forma rápida, elaborando un encuadre regulatorio claro para los proyectos y al mismo tiempo con algunos incentivos tributarios a nivel de la demanda, por ejemplo, similar a lo que se ha hecho con los autos eléctricos, que no pagarán permiso de circulación desde 2023».
Respecto de usos y demanda, señaló que los principales sectores son minería y transporte, y que destaca aplicaciones como el cambio de diésel a hidrógeno verde como combustible sintético para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin duda, que nuestro país posee un alto potencial para el desarrollo de energías renovables, tanto en el norte como en el sur y la zona central, con condiciones climatológicas y una competitiva producción de energía solar y eólica, lo que permite proyectar y aspirar a convertir a Chile en uno de los líderes mundiales en el mercado del hidrógeno verde. Así, es clave continuar impulsando la industria del hidrógeno verde con la promoción de más proyectos de innovación, dando paso a la inversión para el desarrollo de iniciativas de pequeña, mediana y gran escala; una oportunidad de crecimiento económico importante que ayudará a Chile a transitar hacia una economía más sostenible.